miércoles, 19 de octubre de 2011

Arbeit macht frei (el trabajo hace libre)

Las chimeneas de este post no son las de la foto. Las chimeneas de las que voy a hablar son las del campo de concentración de Auschwitz-Birkenau porque quiero hablar de una de las novelas que me ha resultado más impactante e interesante de lo que llevamos de siglo, "Las Benévolas" de Jonathan Littell, escrita en 2006 tras cinco años de dedicación, año y medio viajando por toda Europa, doscientos libros de nazis leídos..., una obra cuya lectura nos traslada directamente al entramado nazi y al proceso mediante el cual se fue construyendo la "Solución Final" o "la cuestión judía" concretada en el humo que salía de las chimeneas de los distintos campos de trabajo. En el complejo de Auchswitz en concreto murieron entre 1,5 y 2,5 millones de personas asesinadas, fundamentalmente judíos, además de medio millón más de hambre.
La novela son las memorias de un exoficial (personaje ficticio) de las SS, Max Aue, que ahora se dedica a un negocio textil y vive en el anonimato con aparente equilibrio. A lo largo de las páginas del libro nos va desgranando un recorrido por la locura, por la condición humana, por el sometimiento, por el terror y el abandono. Sólo la locura salva de la muerte a los que sobreviven, pagando el precio de la salud mental para seguir viviendo una existencia irremediablemente marcada. Max es un intelectual, con gustos refinados y tremendamente inteligente. Tiene un papel de observador en las distintas misiones que le son asignadas. Con el pretexto de las misiones vamos viendo la arquitectura institucional y la milimetrada burocracia que los nazis armonizaron para llevar a cabo sus objetivos, una vez te habituas a las nomenclaturas y a los distintos rangos militares la navegación por todo ese mundo se hace más intuitiva y menos costosa. Ese es el precio que exige la lectura de esta novela para poder acceder a toda su riqueza argumental e histórica.
Desde un punto de vista psicológico la personalidad de los distintos personajes me parece impecablemente descrita y el trazado de las cuestiones sociales es perfecto. Las reacciones de las víctimas y las de los nazis, todo cuadra sin faltarle y, muy importante, sin sobrarle nada. El protagonista no pierde la cabeza porque su función le mantiene en la frontera, no tiene que actuar en las carnicerías y se mantiene fiel a un ideario. No se descabeza del todo. Por otro lado, la humanidad expresada en este libro es brutal, en los extremos, pero humanidad al fin y al cabo, todo aquello fue actuado por seres humanos, no eran extraterrestres, y eso es lo que nos atrae, repugna, fascina y aterroriza de todo aquello. Las sectas, el nazismo, los crímenes de la II Guerra Mundial en Asia, Marylin Manson, el Columbia, el Genoma, la quimioterapia, la vacuna de la malaria, Stalin, Shakespeare, Freud, The Wire, Tomates Verdes Fritos..., lo inhumano no existe, todo es humanidad.
PD: El título del post es lo que podían leer los deportados a la entrada del campo de Auschwitz.
Nada más.

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