domingo, 27 de noviembre de 2011

¿Por qué nunca habré querido viajar a Manaos?

Estaba paseando por la Gran Vía de Bilbao. Edificios y moradores de tan noble vía están a la altura de lo que se presupone de la "Milla de Oro" de la Villa. Son los "bilbainitas", personajes variopintos pero de porte principesco y grandes pontificadores en todo lo que sea Athletic, Real Madrid, las alubias de la "Amá" y su Basílica de Begoña.
Como decía, iba dejándome caer aquí y allá por algunos lugares distinguidos de dicha arteria urbana, hoy peatonal en su mayor parte, cuando me encontré con el busto de la nieta de Antonio López, de gira con sus lienzos en el Museo de Bellas Artes. El cabezón de bronce, de mirada ciega y perdida, cautiva a los que por allí pasamos. Todos queremos que nos mire. Yo hasta blandí mi Nikon y saqué un par de fotos.
En pleno acto turista me encontraba yo cuando me aborda uno de estos bilbainitas, que lo sería al cien por cien si no fuera peruano y estuviera harto de los "Classic Bilbo de toda la vida", en sus propias palabras. Empezó a hablarme de un viaje reciente por Manaos, me habló de su inmensa riqueza en tiempos del comercio de caucho con los británicos y del, al parecer inevitable, brutal somentimiento de los indios sudamericanos en este caso en el sangrado de los árboles. Mi amigo habla por los codos y me enseñó un par de fotos, creo que hasta la pepona de bronce nos escuchaba y todo. Él le bautizó de "chocholada" de Antonio López y prosiguió con la comparación de esos edificios majestuosos de la Gran Vía con los de Manaos y alrededores que en tiempos hasta tuvieron a Caruso en su teatro. Me aclaró, que esas "casitas" de la Gran Vía, fueron llevadas ahí por indianos que se forraron a costa de los negros que además trabajaron también como esclavos en Bilbao.


Allí me dejó, en la Gran vía, vieja Nikon en mano, con la nieta de Antonio López ignorándome y yo pensando: ¿Por qué demonios nunca se me ocurrió nunca viajar a Manaos?

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