domingo, 22 de enero de 2012

Noche de diablos (parte 2/3). La trama.

Frannie está en el coche con el motor en marcha y las luces apagadas. Ha dejado a los tres muchachos a dos manzanas de allí, él se ha acercado al almacén y ha aparcado frente a la puerta principal. Se enciende un cigarrillo e intenta visualizar la ruta que va a hacer en la huída. Pero está demasiado tenso y sus esfuerzos son en vano, está pendiente de cualquier ruido, de cualquier señal que lo mande todo al diablo. Es entonces cuando oye nítidamente unos gritos desde dentro del recinto vallado. Los chicos han pasado frente a su coche tan sólo unos minutos antes, solo Geraldo le hizo un gesto disimulado con la mano al pasar, sin mirarle, él sabía que le observaba.
Al oir los gritos no se asustó, sorprendentemente incluso para él mismo, cogió el arma y corrió hacia dentro. Al llegar vio claramente como tres hombres estaban sobre sus amigos y pensó que se los iban a cargar. La actitud de uno de ellos, alto, con abrigo y una semiautomática, ofrecía pocas dudas, había que actuar. Nadie le esperaba. Disparó tres veces hacia los hombres y sabe que impactó al menos en una ocasión. Todos se dispersaron y empezaron a disparar, él se encargó del herido, cuando estaba algo más cerca le remató de un disparo que le cercenó el cuello, cayó al suelo entre ahogos y un chorro de sangre. Lo vio justo antes de tener que esconderse tras un container, los disparos de la semiautomática centelleaban hacia su posición. Pete, Geraldo y Doop-Joe corrieron hacia él ocultándose entre algunos objetos, propios del mobiliario de ese tipo de almacenes, containers, algún vehículo para transportar carga, maderas..., todo servía para protegerser y salir de allí con vida. Frannie trataba de cubrirles pero no daba abasto, el tipo del abrigo no daba tregua. Afortunadamente Pete llevaba un buen arma y contrarrestaba a los otros. El ruido era ensordecedor. La pasma pronto llegaría. Frannie empezó a sentirse preocupado.
Cuando llega Frannie y empieza a liarse a tiros Pete siente un gran alivio, Grinaud quería matarle. Estaba seguro. Cuando Mick le hizo el encargo de ir a a quel almacen, supo que había algo más. Se había empeñado en que cogiera una cantidad de munición absurda para un trabajo así, además de unas armas buenas y sin marcar. Aquello no tenía sentido, ahora se daba cuenta. Primero se sintió engañado pero luego todo cobró sentido. Su hermano no quería que lo echara todo a perder si sabía lo importante del encargo. Robar a su socio, Alabaster y llevarse por delante a alguno de sus hombres si fuera necesario. Aquella noche en el almacén tenían el alijo para el próximo trimestre, recién traído de la frontera ese mismo día oculto en artículos de biomedicina. El golpe le dejaría a Alabaster a merced de las bandas y tendría que recurrir a Mick para tener mercancía dejándole en una posición muy debilitada. Entendió todo esto en cuanto reconoció el abrigo marrón de Grinaud. Se sintió orgulloso de poder ayudarle a Mick de la mejor manera, tenía que liquidar al lugarteniente de Alabaster y quemar aquel lugar.


Desde que encontró a Geraldo en el patio del correccional todo había ido de cara. Era el "teniente" que necesitaba. Limpio de drogas, asustado, fiel y de pocas palabras. Todos los cabecillas del centro le reconocieron sus cualidades, se pelearon por ser ellos sus protectores y asegurarse su lealtad a la salida, cuando todo volvería a ser prometedor y excitante. Pero fue Pete el que se llevó el gato al agua. Para ganar pasta necesitas visión de negocio y para taladrar una pared la broca adecuada, le había dicho su hermano una vez. Cuando tengas un encargo, busca al hombre correcto, ese es el secreto para prosperar aquí fuera. Pete lo había encontrado y los encargos no le faltarían. Ése sería el primero de otro más y así sin parar.
Para Geraldo fue una pesadilla desde el mismo momento en el que pusieron un pie en aquel lugar.

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